Literatura Hecha en Casa



Y sí, es tan macana que si lo llevabas a un restaurante sólo pide agua y claro se llevaba todas las servilletas, sobres de azúcar, sal, galletas, y de ganas se lleva los floreros pero todo macana tiene sus límites.

La última vez que lo vi llevaba puesta una camiseta con un estampado de la película Crepúsculo (si la de vampiros) fajada en un pantalón marca Topeka, ésta marca es muy común entre los gringos rústicos. Él no va a una tienda departamental a comprar su ropa como mucha gente acostumbra, va directo a los mercados de pulgas en los Los Ángeles... porque bueno pa' que gastar ¿que no? Si está en México el mercado de la Lagunilla siempre es una buena opción para encontrar cosas de medio cachete a un precio justo.

Pensarás ...No tiene lana, es normal, eso hace la gente con pocos recursos; si tiene y tiene tal vez para comprar una isla, pero a él le gusta vivir así, si puede viajar de aventón lo hará, ¿subirse a un avión? No señor eso es demasiado lujo para este man.

En una ocasión le encargaron unas medicinas y para su sorpresa se encontró con un mercado sobre ruedas y justo vio un puesto en el suelo y al vil rayo del sol estaban las medicinas que le habían pedido, porque si no sabías en estos mercados también se atreven a vender medicinas y claro también las muestras gratuitas, por supuesto las compró y se guardó el dinero que sobró. Aquí tal vez podemos pensar que algunos marros no tienen límites, ¿Medicinas en un mercado?, ¿Adelanto mi muerte?

¿Qué pasa con las pertenencias de los que "ahorran" tanto?, cuando ya no están aquí ¿Quién se queda con todo eso? Tal vez la persona que menos esperan, su papá QPD era exactamente igual y todo lo que tenía por alguna razón se lo quedó el sobrino de una de sus vecinas...¿Cómo llegó literal a un hijo de vecino? Ni idea, lo único que se es que no viajó, no comió lo que se le antojó, no se compró los zapatos que le gustaban, ni trató de quedar bien con alguna dama de su época... Por guardarse la lana, y creo que eso mismo pasará con mi tío.




Se sometió a las más rigurosas dietas, pero lo que más lo ayudó fue leer un libro por semana, cada libro que devoraba significaban 2 kilos menos para su abultada figura, se sorprendió cuando al terminar de leer Éxodo de León Uris, había perdido 8 kilos. Su madre, al parecer intuía esa pequeña alegría, y puso un granito de arena en aquella playa inmensa. Una mañana se despertó y tenía en frente un reto un poco complicado, 1Q84 de Murakami y en Busca del tiempo perdido de Marcel Proust. Suspiró como si estuviera por engullir un cerdo adobado, no era más que un librito, pan comido dijo! Luego vinieron los más de más, Aristóteles, La Divina Comedia, y las Obras Completas de Anaximandro, también una enciclopedia en portugués perteneciente a Vasco de Gama, y unos tercetos escritos por Ramón Elías, el poeta mayor de los Andes, que aunque no tan de grueso calibre, si representaban un paseo por la memoria de los techos rojos y la alpargata.

Un domingo ya casi en los huesos se topó con un poema de Octavio Paz y suspiró, se veía leve, como un resumen de algo, pesaba en ese entonces 30 Kilos, no es para tanto, pero los clásicos menos pesados le habían quitado el apetito, tal vez esa voracidad hubiese servido cuando pasaba días enteros viendo las vitrinas de las panaderías, o como el perro sin dientes afuera del área de carnes del mercadito. "Un sauce de cristal un chopo de agua"…."Sus fuerzas comenzaron a disminuir, y cuando hubo dado la vuelta a la piedra de sol se fue desvaneciendo entre la bata de seda que se arremolinó sobre la cama"…"Un árbol bien plantado más danzante, avanza, retrocede, da un rodeo y llega siempre"




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